Cómo usar ilustraciones para predicar con poder


Una queja común, por lo menos dentro de algunas iglesias de Cristo que conozco, es la falta de predicaciones interesantes. No se trata de convertir los sermones en una colección de chistes para entretener al público, al estilo The Fun Church, fundada por el religioso Johnny Gonzales. De ninguna manera se debe convertir la palabra de Dios en un espectáculo. Sin embargo, quienes tienen el privilegio de predicar dentro del cuerpo de Cristo deberían tomar en cuenta la queja de muchos hombres y mujeres que se "aburren" durante la predicación.

El mejor ejemplo es Jesús. Siempre usó ilustraciones para enseñar la verdad a las personas. Pero tampoco contaba historias para solo para entretener. No. Cada relato tenía el propósito de ilustrar (iluminar) una enseñanza. Entonces, ¿por qué los predicadores de hoy no pueden o descuidan el uso de las ilustraciones?

Por casualidad encontré en internet un libro titulado Cómo usar ilustraciones para predicar con poder escrito por Bryan Chapell. En las primeras páginas el autor cita a dos hombres que enumeran las quejas más comunes respecto a la insatisfacción con la predicación.

Clyde  Reid  ha  ofrecido  la  perspectiva  de  los  profesionales religiosos:

    1. Los predicadores se inclinan por el uso del lenguaje complejo y arcaico que la persona común no puede entender.
    2. La mayoría de los sermones de hoy son monótonos, cansinos, carentes de interés.
    3. La mayoría de las predicaciones de hoy son irrelevantes.
    4. La predicación de hoy día carece de valentía.
    5. La predicación de hoy no comunica.
    6. La predicación no produce cambios en las personas.
    7. La predicación es demasiado enfatizada. (Página 19)

Reuel Howe habló a un grupo de laicos y clasificó quejas similares:
    1. Con frecuencia los sermones contienen muchas ideas complejas.
    2. Los sermones contienen mucho análisis y pocas respuestas.
    3. Los sermones son demasiado formales y muy impersonales.
    4. Los sermones usan demasiada jerga teológica.
    5. Los sermones son demasiado proposicionales, con pocas ilustraciones.
    6. Muchos sermones sencillamente llegan a un callejón sin salida y no ofrecen directrices para el compromiso y la acción. (Página 20)
Quizá estas quejas se apliquen también a usted. Hermano, no siempre la culpa es del oyente. A veces el predicador (sea evangelista, maestro, anciano o diácono) no se prepara lo suficiente y exige atención aunque su sermón no tenga pies ni cabeza. Hay que prepararse. Quien predica debe estar dispuesto a leer para adquirir conocimientos. Primero leer y estudiar la Biblia. Luego otros libros que le ayuden a mejorar la predicación de la Palabra de Dios.

Si desea ver la edición digital del libro citado pulse Cómo usar ilustraciones para predicar con poder.

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