¿Me considerarán enemigo porque les digo la verdad?


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A.T. Robertson escribió en su comentario a Gálatas 4:16 que "siempre es arriesgado decir la verdad, toda la verdad. Puede chocar e irritar". La verdad nos desnuda. La verdad es difícil de digerir, es más fácil enojarse, denigrar o convertirse en enemigo de quien nos enfrenta armado con esta virtud.

En esta porción de la carta a los gálatas el apóstol Pablo pregunta: "¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad?" (Reina Valera 1960). La Nueva Biblia al Día traduce este versículo así: "¿Me considerarán ahora un enemigo porque les digo la verdad?". Los judaizantes estaban perturbando a los hermanos. Tanto que Pablo les recuerda que en Antioquía resistió "cara a cara" a Pedro (Gálatas 2:11) porque -como otros de la circuncisión- "no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio" y obligaba "a los gentiles a judaizar" (Gálatas 2:14).
 
La verdad no es ambigua. La verdad no es tibia. La verdad no es relativa. La verdad es de una sola pieza. Pablo lo demostró al enfrentar a Pedro, su hermano en la fe y también apóstol de Jesús.

Los simpatizantes del judaísmo en realidad no amaban a los gálatas, solo querían convertirlos en sus partidarios (Gálatas 4:17). Los gálatas, que en otro tiempo se mostraron dispuestos a "sacarse los ojos" para dárselos a Pablo (Gálatas 4:15), habían cambiado su comportamiento hacia él. Pero, aunque lo consideraran un enemigo, Pablo no teme decirles que están equivocados y que se están dejando engañar. No teme decirles que algunos -por interés personal- estaban ganándolos a su causa con un evangelio pervertido (Gálatas 1:6). Los judaizantes querían seguidores para su causa, Pablo, no.

Así como en el primer siglo, cuando Pablo les escribió a los gálatas, había algunos que luchaban por introducir en la comunidad cristiana un evangelio pervertido (Gálatas 1:7), en este siglo también hay hermanos que perturban a los cristianos con un evangelio pervertido. Poseen audacia, carisma y aparentan ser dadivosos, pero su intención real es ganar partidarios y admiradores. Ganan adeptos a su causa tolerando actitudes morales laxas, practicando la flojera en asuntos doctrinales y hasta satisfaciendo apetitos económicos. Pervierten el evangelio de Cristo con doctrinas adaptadas a los tiempos modernos y lo endulzan con tradiciones religiosas populares. Pregonan y viven un evangelio light y circunstancial.

Como Pablo, somos responsables ante Dios de hablar con la verdad a nuestros hermanos en la fe. ¿Guardar silencio ante los errores doctrinales de los hermanos solo para que no cambien su comportamiento hacia usted? ¿No denunciar la flexibilidad doctrinal de algunos líderes, evangelistas o ancianos defensores de mezclar lo espiritual con tradiciones no bíblicas -y hasta paganas- para no ser considerado enemigo? En Proverbios 27:6 leemos: "Más confiable es el amigo que hiere que el enemigo que besa" (Nueva Versión Internacional).

No confundamos paciencia con pasividad ante los que intentan pervertir el evangelio y la doctrina de Jesús. Desde el principio, los hombres celosos de la verdad y de la voluntad de Dios han denunciado el pecado, la inmoralidad, la hipocresía y toda especie de mal. Es la forma más fácil de hacer enemigos dentro de la familia espiritual. No debemos ser pasivos ante los cristianos que pervierten la doctrina de Cristo para sus intereses egoístas. 
Si dentro de la iglesia del Señor cosecha enemigos por "resistir cara a cara" a los que "no andan rectamente conforme a la verdad del evangelio", entonces medite en estas palabras de Pablo:
"Yo no busco la aprobación de los hombres, sino la aprobación de Dios. No busco quedar bien con los hombres. ¡Si yo quisiera quedar bien con los hombres, ya no sería un siervo de Cristo!", Gálatas 1:10 (Dios Habla Hoy).

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